.
Una nena que porta al cap un ganivet
(Una niña que lleva en la cabeza un cuchillo)
Edición bilingüe; traducción de Dolors Alberola
Córdoba, Aristas de Cobre, 2002
17 pp 21 cm.
ISBN: --
.
.
.

Rosa alejandrina
o de cien hojas.
Rosa silvestre
o de perro o jazmín.
Rosa verdadera, fina o de viña
o de la Madre de Dios.
Rosa náutica o de los vientos.
Rosa de maíz.
Albardera o de montaña,
balaustra. Rosa basta.
Purísima de bosque.
Rosa de Jericó o de Semana Santa.
De seto, del viento.
De mar o Navidad.
Rosa mística.
Poesía total. La transparencia.
.
.
.
.
El poema


..........................................................cuando no sabía que yo era poeta
....................................................................Marina Zvetaieva


Primero fue el agua.
Mi madre me lavó entre esas cosas,
esos perfiles dulces de las cosas:
la margarita triste,
el perro adormecido que quería lamer,
el pensamiento de algo, ignoto todavía.
No sabía qué hacer con esas notas.
Me gustaba palpar el lomo de la tarde, escribir las palabras hasta verlas brincar,
resquebrajar el libro, convertirse en la nada.
No sabía qué hacer entre las pompas.
No conocía versos, ignoraba a Petrarca
y entonces un soneto
era parte de Dios o algún milagro.
Tenía una libreta en cuya azul cuadrícula
iba anotando todo.
Muchos años después reconocí el poema.
.
.
.
.
De aquel ángel oscuro


........................................................A Faelo Poullet y a Manuel Francisco


puede que ahora me toque nombraros a los ángeles, conocí a uno de ellos, un ángel joven que venía a mi lecho, se sentaba a mi lado y me leía libros, el ángel me decía que la pluma le servía de poco, que estaba amargo el tiempo y los hombres querían otros cuerpos, era un ángel pequeño, oscuro y tierno, lo recibía desnuda, intangible, con la serenidad que da el saber que no iba a tocarme, y el ángel me hablaba y me iba contando su agonía, cuando daba la una, el ángel se largaba por la misma pared que había venido y me quedaba sola, solitaria y desnuda en esa sala, sabiendo que la criatura volvía a lo profundo. Posiblemente no tuve suerte y mis ángeles no fueron excelsos y valientes, pero aprendí a escuchar y ahora sé de memoria toda la inmensa obra de petrarca.

____________________________________________________________