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Historias de snack bar
Jerez de la Frontera, EJE, 2000
59 pp 23 cm
Colección Ejepoesía, núm. 1
ISBN: 84-95570-00-9
PVP: --

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A modo de tertulia


Dijo él: un jinete de oro es la poesía.

Pero mata, aseveró el poeta.
La mujer que cantaba inició un heptasílabo, mientras
con sus zapatos de charol agrietado zapateaba.
Agregó el camarero: la poesía es eso
de que no come nadie;
y el cliente que comía garbanzos
arrojó uno al suelo, a modo de metáfora.
Un poema es un poema, indicó un catalán
en un idioma antiguo que sonaba más bien a arameo.
Pero un poema no es sino la esencia exacta de la estética,
teorizó un filósofo.
Si elevamos catorce al cuadrado nos daría un soneto,
evidentemente alejandrino, gritó, alejado, el matemático.
Pero él continuó: un caballo de mirra es la poesía.
Y nadie le hizo caso, porque todos
defendían tan sólo un teorema.
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Pensando en ti


.............................................................Sencillo homenaje a Goytisolo


I


Ya está en el vacío. Pero dime ahora:
¿Es acaso el vacío ese desorden de huesos y de labios,
esa árida constelación de sangre,
todo ese negro tráfico,
ese ir y venir de familiares, ambulancias,
vehículos varados o esa niña,
paralizada siempre en esa hora en que tú la pensaste?
Ya estás en ese litio del destiempo.
Pero duele aún la no existencia,
se perforan los ojos con la pena
(después de perforarse contra el pánico).
Se es poeta aún detrás de la palabra,
cuando suena, tan sólo, esa triste guitarra de la muerte
y es la tierra un laúd, un terrible laúd que no acompaña.
Ya estás, de nuevo, en el alcohol del viento,
en el negro cansino de la noche,
en el silencio eterno de ese público
que escuchó para ti.
¿De qué sirve morir en una tarde
de casi primavera atropellada?
¿De qué sirve volar hasta ese mar
de pavimento duro, si no hay
contestación a esto, entre tu idea?

Pensando en ti escribo, no sé decirte nada más,
pensando en ti, pensando en ti.
Por eso siempre...
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II


Como vuela el Aleph hacia la nada,
hacia esa mancha gris de Buenos Aires,
hacia esa ceguera de los árboles,
secos ya en la memoria de las cosas,
hacia ese océano.
Como canta el Aleph con voz de cíngaro,
pretensión de poeta, antimateria,
oscuridad eterna en la palabra.
Murió en Alejandría, va diciendo.
Va gritando: murió. (Pero no muere).

... pensando en ti, pensando en ti,
como ahora pienso...
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That bloody poniard of the love


Me hablaron del amor, mas qué era eso.
Las mañanas llevaban el color del amor
y no se percibían sus dedos amarillos.
Buscamos el amor.
Arduamente buscamos el amor.
En millones de tiendas encontramos
objetos muy preciados. Abanicos antiguos,
ajados abalorios de reinas y princesas,
relojes que, aún muertos,
conservaban las horas por estética.
Preguntamos: ¿Eh, Sir,
conoce usted el peso del amor,
sabe de aquel entonces cuando existía puro
y podía obtenerse, tal vez, a poco precio?
Oh, no, mí no saber el precio del amor,
pregunte usted otro comercio,
mí no tener amor, señor,
ser very difícil encontrar el amor,
pero no sufra:
mí tengo sucedáneos del amor,
slips muy atractivos, orquídeas muy baratas,
preservativos verdes con sabor a café.
No se puede, señor, pedir caviar
en ciertas ocasiones.

Entré en una taberna y allí encontré el amor.
Tomamos otro tinto de verano.
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Colofón


Estaba ahí
-les veía pasar-, sentado en la mamoria,
frente a un snack bar del centro. Federico
recogía los versos, los doblaba.
Había un rascacielos en sus sueños de muerto.
Con alegres bermudas recorría New York.
en un papel de lujo de una revista nueva.
Sólo este fotograma le acercaba hasta mí
en un rincón del mundo. El gran Dalí,
una chuleta sola frente a la piel del tiempo, los relojes,
desprendiendo las horas blandamente,
los ojos de Mae West reblandecidos.
La sonata de Parsifal oída, tarareada por Wagner, Nibelungos,
Mathilde Wesendonck lavándose las sayas. Baudelaire
rimando flores agrias de amor para sus gatos. Alfonsina
con un barco en las ingles. Juana de Ibarbourou
columpiándose terca en una higuera
que el tiempo iba creciendo y, en su rama,
el cuervo de Edgar Poe emitiendo graznidos.
La vida era una noria y giraba, giraba,
giraba, giraba, giraba...

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