Apocalipsis Sur
Peligros, Ayuntamiento de, 2002
61 pp 21 cm
ISBN:
PVP: --


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Anatomía


Mi sexo ya está roto
como una bombilla de papel
o un vaso de palabras
o un decirte por fin lo que no dije nunca.
Mi sexo, que tú buscas
en el bajo angular de mi silueta
y yo lo tengo arriba:
donde el flujo, la luz de estos poemas.
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Lugar común de la materia


No me digas mujer. Ven y recoge
cada palabra o boca, cada sílaba,
cada voraz sentencia, cada hálito,
cada temor exacto a la no forma.
Llévalos en tu mano hasta ese sitio
en donde haya luz y mira,
mira cada lujuria que no viste,
cada sueño voraz que te royó la mano,
cada ánfora, cada vestigio cierto del ayer:
no existe nada diferente.

No me llames mujer, siente ese frío.
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Palabras para ti


Qué haría muerta yo,
sabedora de un dios entre la nada
pero sin manos, pechos, ojos de amar y labios
masticando la sed de cada tierra.

A qué lugar de ti acudiría yerta,
fría yo y mineral,
cautiva y gravitada como hembra,
desnuda tal planeta
que no sabe su nombre de planeta
y descompuesta, rota,
palpitante de barro y sin lujuria,
sin margaritas, pájaros,
puñales que clavar contra tu carne
que atrevida me abrías
y yo veía, amargas,
recrecer mis dos manos y caerse
como un nido de aves
ante los ojos, noche, de algún cuerpo.

De qué lugar de ti
me compondría muerta mi otra muerte.
Esa que vive, azul, cuando mueren los besos.
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El mar, noche y distancia


Qué decir de la noche,
de la lona que cae a borbotones,
de ese mar donde el cielo nos enclaustra
como una sola gota de futuro.

Des navío donde te espero aún,
desnuda en la palabr4a y aun sabiendo
que tu cuerpo es un buque que se aleja
a través de sñi mismo. Que no existe
otro lugar más justo que esta tela,
este refugio seco de la sed,
este ardiente no ver de algunas barcas
-bocas que se descubren en abrazos,
en nuevos centinelas de lo dulce,
en arrecifes calmos o en planetas
donde sólo es el mar un cuerpo de hombre,
rompiente, ola a ola, en la esperanza,
transportando tu nombre, siempre a popa,
hasta mojar la luz, el tiempo, la distancia-.

Qué decir de la noche, cuando el agua
sirve para encender la sed de ésta –mi sombra-
que se sabe de arena solamente.

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